jueves, 30 de septiembre de 2010

15 años


Recuerdo perfectamente lo que llevaba puesto cuando fui al hospital, el tiempo que hacía y la ilusión que me hizo ser tía por primera vez. Cuando lo cogí en brazos, aspiré el olor que desprendía y comprobé lo preciosas que eran sus manos, me sentí tan feliz que decidí en ese preciso instante que algún día mecería a mi propio hijo.

El martes va y me dice que Scarlett Johannson está muy buena, que le da pereza usar colonia y que se parte con House. ¿PERDONA? ¿QUÉ HAS DICHO?

Yo, que lo llevaba muchas veces al zoo y me tiraba con él por el tobogán porque tenía miedo de que se cayese, aún me siento abrumada porque se afeite y escoja su ropa. Dice que le gusta vestir clásico, ¡toma ya!

¿Cómo se digiere que el niño que escuchaba a los pitufos maquineros extasiado haya ido este verano al concierto de Mika? Ese enano que me dejaba pintarlo y disfrazarlo con mi ropa, afirma sin tapujos que le encantaría ser psiquiatra porque hace mucha falta ayuda profesional en la familia… ¿CÓMO??

La verdad es que da igual cuántos años cumpla. A mí me sigue gustando que me dé un beso cuando me ve, darle una palmada cuando se despista y llevarle magdalenas con pepitas de chocolate de vez en cuando, porque sé que le encantan. Adoro a mis sobrinos y hoy mi entrada tenía que estar dedicada al mayor de ellos, aunque sé que cuando lo llame y me ponga a cantarle Cumpleaños Feliz a grito pelado, al otro lado del teléfono habrá un adolescente ruborizado que se pregunte cuándo va a madurar su tía…

FELICIDADES P.!!


lunes, 27 de septiembre de 2010

Hoy

Hoy es uno de esos días en los que me gustaría echar a correr y no parar hasta cruzar la frontera, donde quiera que esté. Uno de esos días perfectos de sol y frío en los que todo se tuerce sólo con ir al baño y mirarte en el espejo.

Quiero irme a casa y dejar la ventana abierta para que el frío me encoja y el sol me arrulle hasta quedarme dormida sobre la cama, aún sin hacer. Dormir hasta que se ponga el sol y vuelva a salir. Amanecer despeinada sin rastro de hoy.





martes, 21 de septiembre de 2010

La gran fiesta desastre

Cada una de su madre, constantemente en desacuerdo y siempre unidas, mis amigas y yo formamos uno de los grupos más heterogéneos y gritones que conozco.





Con la edad que tengo, que no es mucha por cierto, llevo 20 años compartiendo aventuras y desventuras con ellas. Hemos sido estudiantes con uniforme y sin carnet cuya máxima preocupación era saber qué nos pondríamos el sábado para salir. Sus madres me han reñido, hubo novios suyos que me cayeron mal, sus hijos me han conquistado y siempre me han acompañado. Cuando conoces hasta la ropa que tu amiga usa en casa, creo que su categoría comparte frontera con la de hermana. Ellas recuerdan cosas sobre mí que yo he olvidado y consiguen que me sonroje recordando otras que quería olvidar.




El caso es que individualmente, somos estupendas. Pero cuando nos reunimos, muchas menos veces de las que nos gustaría, aunque todo esté a nuestro favor, siempre lo estropeamos y acabamos convirtiendo una simple reunión de amigas en una gran fiesta desastre.


Y es que para empezar, no es tan fácil encontrar una fecha. No todas vivimos en la misma cuidad y con maridos e hijos, la cosa se complica. Encima, que la fecha esté fijada de antemano no garantiza nada. Todo lo contrario. Lo más probable es que sólo la recuerde la única que en principio no podía ir y que cuando nos llame para decir que contemos con ella se encuentra con un “contar contigo, ¿para qué?” al otro lado de la línea.




Luego está el sitio. Solemos quedar para cenar. Entre la que quiere que se permita fumar, la que prefiere comida tradicional, la que pide conocer sitios nuevos y la que se niega a mover el coche, no hay quien dé con un sitio. Lo más gracioso es que cuando hemos decidido fecha y sitio, polemizamos con la hora, nos damos cuenta de que no hemos avisado a alguien y dos días antes, alguna se pone mala. No hay manera.


Realmente, es un alivio cuando por fin me siento ante la mesa con ellas, veo sus caras sonrientes y comenzamos a hablar todas a la vez, para variar. Ha merecido la pena llegar a la meta, a pesar de lo dura que ha sido la carrera. Eso sí, que nadie celebre el título. Acaban de traer el menú y la liaremos de nuevo… ¿Pedimos algo para picar? ¿Alguien comparte un primero conmigo? ¿Un plato para cada una?



Qué desastre…

viernes, 17 de septiembre de 2010

La sonrisa etrusca


Un anciano calabrés que vive en un pueblo es llevado a casa de su hijo a la ciudad para que le hagan una exploración médica. Se encuentra gravemente enfermo. Pero su energía no está agotada del todo, aún tendrá tiempo de disfrutar muchos momentos con su nieto, Bruno, e incluso de enamorarse...

El protagonista, fuerte y aguerrido como su propio nombre, Salvatore Roncone, descubre en el final de su vida diferentes versiones e interpretaciones del amor en su propia piel curtida por los años, las aventuras y toda la acción que le ha acompañado hasta el umbral de la muerte.

Un libro que te hará sonreír y emocionarte, un regalo perfecto para los abuelos que están disfrutando con sus nietos lo que no pudieron hacer con sus hijos y también para los padres que creemos que lo sabemos todo.

martes, 14 de septiembre de 2010

Siempre hacia adelante


Permaneció encogido en mi vientre hasta que lo sacaron de él a la fuerza. Lo primero que asomó fue su codo ya que asía con fuerza el cordón que le rodeaba el cuello.

Dos años y medio después, ya ha hecho un gran recorrido. Ha dormido en mis brazos, un moisés, una cuna y ahora, ya tiene su cama. Ha pasado de usar un incómodo pañal a controlar sus esfínteres. Ha dejado de pasear en vehículos que yo pilotaba a corretear libre. De la teta al biberón y de ahí, directo al plato y tenedor.

Siempre hacia adelante.

Sube y baja escaleras, enciende y apaga luces, habla, canta, baila y ríe a todas horas.

Aún le queda mucho tiempo para ser el capitán de su propio barco pero en él comienzo a ver ya a un avispado grumete que otea el horizonte en busca de nuevas aventuras.

Cuco crece y el bebé que yo tuve me sonríe desde fotos enmarcadas y mi memoria más tierna.

Recibo con los brazos abiertos y el corazón encogido a este niño que aprende mil cosas cada día y que me recuerda con todas y cada una de ellas lo poco que sé acerca de ser madre.

Siempre hacia adelante.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Angels

I sit and wait
Does an angel contemplate my fate ?


Sinceramente...

El diccionario de la RAE define SINCERIDAD como Sencillez, veracidad, modo de expresarse libre de fingimiento.

http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=sinceridad

La mayoría de la gente la considera una virtud pero yo discrepo. Analicémoslo juntos.

¿Qué es ser sincero? ¿Decir siempre lo que piensas? ¿Decir siempre la verdad? La verdad, ¿de quién?

He oído muchas veces a personas que se vanaglorian de ser “muy sinceras”. Pues sinceramente, está muy bien no mentir pero no creo que haya que decir siempre lo primero que se te pasa por la cabeza. A veces ser tan franco, para mí, sinceramente, roza la mala educación. Yo no le digo a alguien que un pantalón le queda tan mal que la persona que se lo vendió debería estar muerta. No lo hago aunque lo piense y si la portadora, o portador, por qué no, de semejante prenda horripilante, me pregunta si le queda bien, le diré con sutileza que no me gusta. Claro que no es necesario mentir pero tampoco hace falta avasallar. Estoy en el trabajo, un compañero mete la pata y me dice que lo siente. Le contesto que no importa pero sinceramente, me gustaría decirle que es un inútil y que tras 20 años haciendo lo mismo, es penoso que siga equivocándose. Sería muy sincera. Y una gilipollas, sinceramente.

Las palabras pueden ser como puñales y si no estás preparada, no sabes cómo esquivarlos. Cuando hablas, alguien te escucha y tal vez esa persona que te cuenta algo, no te ha pedido tu opinión porque sinceramente, no le importa lo que tú puedas pensar.

Si yo mando a tomar viento a alguien que sinceramente opina sobre cualquier aspecto de mi persona, probablemente me diga que no sé aceptar las críticas. Pues mira, cuando pido una opinión, puedes dármela libremente aunque tal vez no me guste. Pero no te escudes en la sinceridad para ser grosero porque me has dado licencia para hacer lo propio contigo. ¿Te devuelvo la falta de respeto con otra? Pues no, yo no soy tan sincera